La lengua | Juanchi Zorrilla

La lengua. Buenos días, buenas tardes, buenas noches. ¿Cómo estás? Espero que estés bien. Hoy te quiero hablar de la lengua. La lengua nos lleva a la lectura del libro de Santiago, capítulo 3, versículo 1 al 6. Así que te invito a que puedas acompañarme en esta lectura, yo lo voy a leer en la versión lenguaje actual y dice así. Hermanos míos en Cristo, no debemos tratar de ser todos maestros, pues bien sabemos que Dios juzgará a los maestros más estrictamente que a los demás. Todos cometemos muchas faltas. ¿Quién, entonces, es una persona madura? Solo quien es capaz de dominar su lengua y de dominarse a sí mismo. Al caballo podemos dominarlo y hacerlo que nos obedezcan si le ponemos un freno en la boca. Algo parecido pasa con los barcos, por grande que sean o que sea un barco y por fuerte que son los vientos en el mar, el navegante puede controlarlo con un timón muy pequeño. Y lo mismo pasa con nuestra lengua. Es una de las partes más pequeñas de nuestro cuerpo, pero es capaz de hacer grandes cosas. Es una llama pequeña que puede incendiar todo un bosque. Las palabras que decimos con nuestra lengua son como el fuego. Nuestra lengua tiene mucho poder para hacer el mal, puede echar a perder toda nuestra vida y hacer que nos quememos en el infierno. Santiago hace referencia primeramente al ser maestros. El ser maestro o poder enseñar es y seguirá siendo una profesión de gran valor y respeto. En esta parte Santiago nos advierte que aunque es bueno aspirar a enseñar, la responsabilidad es muy grande porque nuestras palabras y nuestro ejemplo afectan nuestras vidas y nuestra vida espiritual y la de los demás. Eso sí, enseñamos. Si nosotros enseñamos o tenemos la responsabilidad de estar frente a un púlpito o una pizarra o frente a alguien que desea aprender algo que nos que nosotros sepamos, tenemos que tener cuidado con lo que decimos y hacemos. Y te quiero hacer una pregunta, ¿de qué forma está afectando nuestro ejemplo a quienes nos rodean? Y también te podes preguntar ¿qué tiene que ver esto con la lengua? ¿Qué tiene que ver todo esto con la lengua? Tiene mucho, mucho que ver porque todo lo que decimos y todo lo que hacemos la gente lo nota. Si sos docente los niños lo notan… Si sos pastor tu congregación lo nota. Entonces tenés que tener ese cuidado especial con lo que decís como decía frente a la pizarra o frente al púlpito mira que Dios es el que te está mirando. Dios es el que te está ahí guiando. Déjate guiar por Dios. Y repito nuevamente esta pregunta ¿de qué forma está afectando nuestro ejemplo a quienes nos rodean? También Santiago hace un hincapié muy importante en lo que decimos y lo que no decimos. Es importante lo que decimos como lo que no decimos. La apropiada manera de hablar no es decir solamente las palabras correctas en el momento oportuno, sino que tiene sino que también es controlar los deseos de querer decir lo que no se debe decir. Un uso incorrecto de la lengua incluye la murmuración, el menospreciar a los demás, la manipulación, digo bien, la enseñanza falsa, la exageración, las acusaciones, la hipocresía y la mentira. Una recomendación antes de hablar, tenemos que preguntarnos si lo que quiero transmitir o lo quien quiero decir va a ser verdad, es necesario y va a ser agradable. Es muy importante cuidar estos detalles con lo que decimos y también con lo que no decimos. Con lo que decimos tiene que ver con el hecho de lo que yo transmito a través de mi boca y lo que no decimos tiene que ver con lo físico, con mi transmisión corporal, con la transmisión de mis emociones, con la transmisión de un gesto, de un saludo o de un gesto quizás inadecuado que no coincide netamente con lo que decimos también. Entonces, antes de hablar, tenemos que preguntarnos si lo que quiero decir es verdad ¿es verdad, es necesario y es agradable a los que van a escuchar? También Santiago hace un margen especial en base al daño que la lengua realiza, que nuestra lengua puede realizar. Santiago compara el daño que pueda causar la lengua con una llama de fuego. Muchas veces nuestra lengua la usamos para dividir e incitamos a enfrentamientos. Tengamos cuidado con lo que decimos porque solemos pensar que más tarde podemos disculparnos y que el daño desaparecerá así como vino. Algunas palabras expresadas con enojo pueden destruir una amistad, puede destruir una familia, puede destruir una relación y te puede destruir a vos. Antes de hablar, recuerda que las palabras son como el fuego, que muchas veces no se pueden controlar ni anular el perjuicio que ésta puede causar. Es interesante como Santiago habla de las palabras y quien más alguna vez, en alguna ocasión no ha dicho algo y después se arrepintió. Y es complicado también reconocer ese arrepentimiento y decir te pido perdón por lo que dije, no fue mi intención. Pero si lo hacemos de manera adecuada, si lo hacemos de manera consciente, podemos lograr reparar ese daño. Pero si nuestra palabra fue muy hiriente, que generó un quiebre, eso ya va a ser mucho más complicado poder repararlo. Pero todo se puede, todo se puede. Santiago, en los siguientes capítulos, remarca el hecho de que dios nos ayuda a cambiar y a combatir el fuego. Por eso es muy importante, y concluyendo, aunque no logremos un control perfecto de nuestra lengua, aunque en ocasiones perdamos el control, porque somos humanos, podemos seguir descubriendo cómo reducir el peligro de nuestras palabras. Muchas veces es mejor confrontar una situación de manera adecuada, que eso sería combatir el fuego, que ir por los alrededores creando otros incendios. Recuerden que no nos estamos enfrentando al fuego de la lengua con nuestras propias fuerzas. Eso implica que todo el esfuerzo que vos hagas para poder combatir tus malos dichos o las cosas que dijiste con tus propias fuerzas va a ser muy difícil, pero el Espíritu Santo nos dará mayor poder para controlar y supervisar lo que decimos. Para cuando seamos ofensivos, recordemos el Amor de Dios y no reaccionemos de modo negativo. Cuando seamos criticados, pidamos a Dios que sane nuestras heridas para que no respondamos violentamente con nuestras palabras. Busquemos el dominio propio, y cuán importante es el dominio propio que te ayuda a crecer como persona a crecer como hijo de Dios y a crecer como como un hijo como un hijo humano también porque el dominio propio muchas veces ocurre cuando tus padres te quieren decir algo y reaccionamos a la primera decimos algo inadecuado pero acá se produce también algo interesante cuando decimos algo inadecuado papá y mamá siempre nos perdonan siempre nos dan esa oportunidad porque saben que lo dijimos en un momento inadecuado cuanto más Dios cuanto más Dios nos da esa oportunidad de redimirnos de poder cambiar de poder pensar de manera distinta y no volver a hacerlo el modo que podemos decir las palabras que agraden a las personas y a Dios busquemos ese modo busquemos el modo de poder decir las palabras correctas, acertadas que agraden a las personas y a Dios a ver, reforzemos un poquitito reforcemos que enseñar es una gran responsabilidad y todos de alguna u otra manera lo hacemos ahora ¿que enseñamos? ¿cómo enseñamos? lo que vamos a enseñar será de bendición edificará la vida de alguien ¿y nuestras palabras están guiadas por Dios? tal vez sean preguntas que quizás te tocará responder después de un momento a solas con Dios te animo te animo a que aprendamos del maestro de maestrones te animo a que aprendamos de Jesús te invito a orar señor ayúdanos a ser hijos obedientes desafíanos a pensar distinto a confrontarnos con aquellas cosas que no te agradan ayudanos a dar palabras de bendición a mis amigos a mi familia a mi mismo y te doy gracias porque sabemos que así será en tu nombre Amén